I'm too sexy (Cuenta Atrás. Otra pareja)

Estoy como una cabra, lo sé, pero ajo, agua y resina. Es el calor, que me ablanda los sesos y produce engendros como este. Ustedes lo disfruten

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I'm too sexy
Era un macarra. Un maldito macarra pelota y trepa que le había hecho la rosca al anciano y a ella le había sobeteado todo el culo con la peor excusa de todos los tiempos. Un chuloplaya, se dijo, aunque luego se corrigió: un chulopiscina, que a chuloplaya ni siquiera llegaba. El típico gallito que se hinchaba como un pavo real delante de la primera tía en bikini que se le cruzase. Un niño, niñato, malo. Un creído. Un capullo.

Pero le ponía, vaya si le ponía.

Corso sonrió y le dio un mordisco a su bocadillo. La melenitas se lo estaba comiendo con los ojos. Vaya, que le faltaba nada y menos para proponerle algo a solas. Imaginó la escena y la miró tratando de deducir por sus ojos hasta dónde estaría dispuesta a llegar. La verdad es que la pasmadita del traje tenía su punto y no era ni la mitad de tontita de lo que parecía. Y le estaba echando las babas encima, para que luego fuese Mario y le dijese que de allí a poco iba a terminar llevando la panza en carretilla. Que le dieran al muy metrosexual y sus hamburguesitas de tofu, Corso se dijo que pensaba arrastrarlo por el mal camino. Y que la próxima vez que le acompañase a boxear, le devolvería la jugada para que viese que el fondón todavía repartía mejor que bien.

—Oye, ¿tú qué haces luego?
—¿Yo? Pues no sé, ha sido un día muy largo, ¿por qué?
—Ah, no sé. Porque a lo mejor tú y yo… Pero si ha sido un día muy largo, mejor que no, no vayas a estar demasiado cansado.
—¿Cansado? ¿Quién ha dicho que…

No pudo continuar. Si se hubiera vuelto un segundo antes, habría visto la que se le venía encima. Tarde, pensó. Aunque al menos le habían cerrado el pico con un beso y no con un bofetón. Menos mal, porque aquello habría acabado fatal. No soportaba las escenitas de celos ni las paranoias que no venían a cuento. Mirar y vacilar era gratis, que se acostumbrase cuanto antes y dejase de comportarse como si él tuviera la culpa de todo. Había empezado Charo, la melenitas, él solo se había dejado llevar. Además, que no habían hecho nada todavía.

—Te estaba buscando, menos mal que me he cruzado con Vázquez y me ha dicho que estabas aquí con Leo.
—¿Leo? ¡Pero si se llama Charo! Tanto vacilarme con lo de los nombres y al final vas tú y…
—Me llamo Leo—escupió—. Y casi que mejor os dejo a solas, ¿vale? Que tendréis muchas cosas de las que hablar. Hasta mañana, Sorgo.

Corso resopló. Vaya dos. Y encima Teo se había mosqueado con él. Teo no, Leo, que se lo acababa de decir. Entendía el rebote, pero tampoco era para ponerse así. Sí, vale, estaba con alguien, por mucho que eso de hacerlo oficial le diese cien patadas. No le había mentido en ningún momento, ni a ella ni a la chica esa pesada que le había llamado antes cuando iba con Leo en el coche. ¿Qué culpa tenía él de que solamente le preguntasen si tenía novia? La respuesta era no, peor para ellas si no sabían entenderlo.

—¿Otra vez ligando, Casanova?—le preguntó Mario en un tono que tenía una mezcla de resquemor, hartazgo y burla.
—Solo pasaba el rato. Sigo teniendo mi morbo, para que luego digas que tengo que cuidarme y que me dé no sé qué cremita. Te lo dejo todo a ti, igual que la manía esa de depilarte el pecho, que pareces un sarasa, joder.

Se miraron a los ojos. Al fin Mario tenía ese brillito que indicaba que se le había pasado el cabreo. Pronto se echaron a reír los dos, aunque la carcajada de Mario fue más breve y dio paso de nuevo a la seriedad y el cansancio. Corso se preparó para la siguiente oleada de reproches y maldijo el momento en que pensó que su vida al lado de Mario sería más fácil que con cualquier tía. Era todavía peor que ellas, gruñó interiormente, aunque sabía que no tenía mucho donde comparar. El que había probado un poquito de cada era Mario, todo para acabar dándole la razón a Corso cuando se enrollaron después de aquella noche de borrachera y Mario tuvo que dejar de negar que aquello fuese más que una simple amistad.

—A Vázquez tampoco se lo has dicho, ¿verdad?
—¿Y por qué se lo iba a decir?—Mario frunció el ceño. Corso se encogió de hombros y mordió su bocadillo.
—Eso digo yo, para qué vas a decirle nada a nadie. Y deja eso ya, te va a dar un infarto con tanta grasa.
—Sí, cariño. ¿Qué toca esta noche? ¿Lechuga Batavia o Lollo Rosso?
—De hoja de roble, gilipollas.

Se retiró un pasito y empezó a girarse hacia la puerta. Corso suspiró y se sintió tentado de preguntarle si estaba con la regla, pero sabía que no sería una buena idea. Mario ya estaba demasiado quemado y en parte lo entendía, pero él seguía sin verle sentido a hacerlo público. Los heteros no iban por la vida diciéndole “tengo novia” al primero que pasaba. En fin. Todo fuera por contentar al niño y ahorrarle más disgustos. Además, con el cabreo que llevaba Chelo encima, seguro que lo largaría todo nada más entrar por la puerta a la mañana siguiente.

—Espera, joder—Le agarró del brazo y le detuvo. Mario se soltó de un tirón y se puso en jarras.
—¿Qué quieres ahora?
—Mañana se lo digo.
—¿A quién?
—A Vázquez—Mario resopló—. Y a todo el mundo. Sé que estás hasta las narices de estar en el armario por mi culpa y lo siento.
—Eso espero.
—Que sí, pesado. Oye, ¿de verdad toca de hoja de roble? Porque sabe a perro muerto.
—Mejor no te pregunto cómo lo sabes.

¡¡Me meooooooo!! Jajajajajaja. Mira que alguna vez lo has dejado caer pero no creía que fueses capaz. Jajajajajaja. ¡¡Mario y Corso pareja!! Y encima Mario es un espabilado que también le va la carne Jajaja, ay! que no me puedo dejar de reír. Pagaría por haber visto la cara de Leo. Y a estos dos viviendo juntos... ufff, la extraña pareja.

¡¡Me ha encantado!!

Genial, socia

Gracias. Me alegro de que te haya gustado. Ha sido una de estas ideas delirantes que tienes que escribir en el momento porque, si las dejas macerar, se van a hacer puñetas.

A mí también me gustaría ver a esos dos viviendo juntitos. Y saber si fue o no fue de hoja de roble

jajajjajajajja bueniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiisimo jefa!!!!! eres la caña, blanco y negro, el punto y la I, la sal y el azúcar. jjejejejeje estos dos liados jejejeje si es q es la caña!!!!! me mola eso de el metrosexual y yo el gordito jejejeje. hubiese estado bien eh??? jajajaja xq sin ser pareja ambos dos eran igual de askerosos y pesaos con sus cosas.... jajajajaja. Bueníiiiiiisimo. Espero más idas de olla pronto!!!

Gracias, guapa Son la extraña pareja, pero en momentos como el de "tengo mi lado femenino" se intuían cosas a las que se les podía sacar partido. Además, como dice mi socia, no era la primera vez que tonteaba con el tema. Ella también, que conste, que al final va a parecer que la única que tiene ideas psicodélicas producto del calorazo soy yo

jaja casi me muero, con decirte que mi perra (esa agradeble que te ladra si ve que te ries) a venido como una loca a ladrarme cuando me ha oido las cacajadas que daba, ejeje , oye que esta bien , pero oye me ha pillao tan de sopento dios, me da que hoy me voy a reir hasta durmiendo artista

Me alegro de haberte hecho reír, aunque tu perra me va a acabar odiando, pobrecita mía. Y tenía que ser de sopetón, algunas frases ha habido que pensarlas y repensarlas para no chafar la sorpresa. Toy contenta de que la gamberrada veraniega haya cuajado