En tu vaso de cristal (Lemans)

Esta coleccioncita de historias surgió de unir dos ideas que tenía en mente y de que mi socia me diera la matraca, como debe ser. La idea es muy simple: ¿qué habría pasado si Leo consigue seguir adelante después de todos los asuntos de la segunda temporada, pero Mario no es capaz de soportarlo? El sistema también es sencillo: una estrofa de Amaral abre un microrrelato con el que guarda relación, juntos los relatos van conformando pequeñas escenas de una línea temporal. Debo advertir que solo se debe tener en cuenta esa estrofa y ninguna más de la canción, porque sacadas de contexto pueden querer decir otras cosas, como es el caso extremo de "Salta". Que os divirtáis.

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Una mañana de delirio salvaje desperté
Con la fiebre del ave migratoria
Noté mi frente arder
Dejé mi casa, dejé una vida amable
He visto cosas que no he contado a nadie

Venga, una zancada más. Y otra. Otra. Sé que te duelen las piernas, que los costados te pinchan, que ya no podrías ni con tu alma si no te hubieras quedado sin ella. Te jodes. Es tu castigo por todo. Por ser un mal amigo. Un mal novio. Un mal policía. Un asesino.

Por no haber llegado a tiempo…

Jadeante y empapado, al fin me detengo. Mi cuerpo se detiene, mi cerebro se pasa de revoluciones. Llegué tarde. Y Leo ahí tirada. Llegué tarde. Se tapaba como podía.

Llegué tarde.

Necesito un saco de boxeo.

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Estaba enamorada, como una niña encaprichada
Estaba de verdad enamorada
No veía el mundo que me rodeaba
Estaba fuera de mí, completamente chalada
Y no sé cómo decir que me has hecho revivir

Jo, hijo, con esa cara que me pones me estás asustando. Trago saliva, paso de tus brazos cruzados y te miro a los ojos. Están duros y fríos, pero paso también. Es ahora o nunca.

—¿Qué quieres?
—¿Cómo estás?

Silencio.

—Bueno… Quería decirte que yo… Que… ¿Es demasiado tarde?
—¿Tarde?
—Te dije que tú y yo, juntos… Que podríamos salir adelante. Y, esto… Me he dado cuenta de que iba en serio. Totalmente en serio, Mario. Quiero estar contigo, sé que todo irá bien, que si estamos juntos, tiraremos p’alante.
—¿Solo eso?
—No. Hay algo más: que te quiero.

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Nos conocimos en enero
Y me olvidaste en febrero
Y ahora que es quince de abril
Dices que me echas de menos
Y yo me quiero reír

—¿Qué? Repítemelo, que me parece que no te he oído bien.
—Que te quiero. Te quiero, Mario—Te regalo una sonrisa cínica y sacudo la cabeza—. Joder, ¿tan raro es?
—¿Que me quieras a mí o que puedas querer a alguien?

Bajas la vista, sé que te acabo de hacer polvo. Creo que me alegro. Podría haberme cortado, pero no me apetece. No tengo ganas de bailarte el agua. Yo también te quiero, pero no voy a pasar por lo mismo otra vez. Me cogiste, me usaste y me tiraste, ni se te ocurra pensar en recogerme y reutilizarme.

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Con el deseo irrefrenable de que todo ardiera
Como un gato subí a la azotea
Por los tejados de Madrid quise escaparme yo
Los pararrayos no sirven cuando hay tormenta
Dentro de mi cabeza

Me gusta contemplar Madrid desde aquí, a mis pies y tras una cortina de humo. No hay ruidos, sino silencio, casi paz. El bullicio espera en el suelo, donde la gente normal, donde los que todavía tienen algo que perder.

Me inclino sobre la barandilla. Tengo el coche de Leo justo abajo. Si quisiera, podría pegarle un salivazo, pero para qué. No se notaría y sería una criajada.

Me paso una mano por el pelo. Está chorreando por culpa del aguacero. Voy a terminar calado y con una pulmonía. Al menos ya no me importa que me parta un rayo.

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o quedan días de verano para pedirte perdón
Para borrar del pasado el daño que te hice yo
Sin besos de despedida y sin palabras bonitas
Porque te miro a los ojos y no me sale la voz

Mario, no sé en qué te estás convirtiendo, pero sí sé que es culpa mía. Lo siento. Tal vez, si tú quisieras, si me dejaras acercarme y curarte las heridas, podríamos… Pero es imposible. Te has montado una barrera de silencio y frialdad tras la que no dejas pasar a nadie. Y yo ya no sé dónde está el Mario que yo quise, el que quiero. El chico del que me enamoré. Tal vez, si vuelvo a intentarlo, si te digo otra vez lo que siento…

—Mario…
—¿Qué?

Olvídalo. Con esa cara es mejor no intentarlo.

—Que si tienes hora.

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Más lejos que nunca voy a estar
Como un pálido reflejo
Es tan difícil ya
Que cierren mis heridas

No sé para qué he venido. Bueno, sí, para complacer a Rocío. Sigue siendo mi amiga y no quiero que sufra por mi culpa. Se huele que algo va mal, aunque no hay que ser un genio para verlo, y sabe que Leo tiene que ver en el tema. Por eso nos ha invitado a los dos a salir de juerga con ella.

Me gusta verla moverse por la pista, contonearse entre risas junto a Leo. Son preciosas las dos, mi amiga y la que debería ser mi chica. No sabría vivir sin ellas.

—Anda, vente, soso.
—Estoy cansado, Roci.

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Nadie sabe nuestro secreto
Nadie quiere saberlo
Ellos viven con los zapatos en el suelo

—Si la muy puta no se…
—Ya, claro.

Le estampas contra la pared y le aprietas las esposas hasta que aúlla de dolor. Irá contra el reglamento, pero ninguno dice nada.
—Te gustó, ¿eh? ¿Te puso cachondo tirarla al suelo, arrancarle la ropa como si no valiese nada, romperle la cara a golpes y clavársela hasta el fondo? ¡Di, ¿te gustó?!
—¡Te ha hecho una pregunta, respóndela, hijoputa!

El cabrón ese chilla como una rata cuando le empotras los codos en la espalda. Molina y Rocío deberían decir algo pero se callan. Es mejor fingir que no pasa nada.

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Siempre mi ángel de la guarda
Sobrevolando mis horas bajas
Eras la música del alba
La lluvia cuando estalla

¿Cómo puedes hacerme reír en momentos como este? Mírate, ayer llegaste con cara de vampiro fotofóbico y te tocó comerte una troncha regalito de Requena. Estás para el arrastre, pero has soltado una parida digna de Molina. Y todo en el momento en que estábamos hasta el gorro del caso.

Estás loco. Pero me vuelves loca.

Anuncias que te vas a por un café y te pido que me traigas uno. Al volver me fijo en que esa camisa se te está quedando chica de brazos y pectorales. Estás cuadrado. Qué recuerdos.

—Muchas gracias. Oye, ¿luego te apetecería…
—Dormir. Urgentemente.

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Es la historia de mi vida
Una huida hacia delante
Y si pierdo la cabeza
¿Quién me va decir que pare?

Debería frenar un poco, la curva que viene es peligrosa. Por eso hundo el pie un poco más en el acelerador. Me encanta que el coche sea tan potente, que en esta carreterucha secundaria no haya un alma ni un control e ir tan borracho como para que estrellarme me dé igual.

¿Qué pensaría Leo si me matase ahora, si como quien no quiere la cosa no tomase la siguiente curva? ¿Lloraría? Supongo. Sobre todo, se extrañaría cuando salieran los análisis. Un chico sano y prudente como yo no bebe.

Pero ese chico está muerto. Quien queda es una sombra.

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Velocidad y descontrol
La magia del primer encuentro
Paranoia y éxtasis
Películas y aburrimiento
Un misterio no resuelto
Tres virtudes que no tengo

Corso tenía razón. Es divertido esto de salir a quemar la noche y ser un chico malo. Beber, reír, bailar, mirar, presumir y pillar. Es fácil. Creo que me gusta, igual que me gusta esa morenita que no me quita ojo de encima hace rato. Me acerco, charlamos, reímos, bebemos, bailamos. Es tan sencillo que parece una broma. Pero soy un chico guapo con cara de panoli, inspiro confianza. Y mis brazos hablan de potencia y acrobacias.

Ya está hecho. Me la llevo de aquí. Esta noche las ondas oscuras en mi almohada no serán las de Leo.

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Todos los besos que doy
Llevan tu nombre y tu marca
Que de flor en flor pasa
Malherida, enamorada

Corso no tenía ni puta idea. Para él sería fácil salir, arrearle dos dentelladas a la Luna y a casita, que llueve. Para mí es distinto. La oigo respirar mientras duerme y me siento vacío, estúpido. Ni siquiera me acuerdo de su nombre y creo que anoche me bebí unas cuantas de más. A la próxima me corto un poco.

Se despierta y me da un beso de buenos días. Dice que le encanto, que le gustaría mucho repetir. A mí no. Tiene el pelo oscuro y los ojos de miel. Pero no son los de la que yo quiero.

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Aún no apagues la luz
Quiero verla en tus ojos brillar
Arde la calle de madrugada
Me ha abrasado el corazón
Tenías razón, voy a acabar contigo

Siempre igual. Últimamente no te privas de nada: vigoréxico, insomne y adicto al trabajo. Hoy también parece que quieres ser el último en salir. Y yo aquí, esperándote como una gilipollas para ver cuándo te largas. No me importa, lo hago encantada. Todo para que no te quedes aquí hasta las mil.

Al fin te levantas, vas a echar mano del interruptor, pero te das cuenta de que yo también estoy aquí. Me levanto de un salto, te miro a los ojos y corro hasta ti.

—¡Espérame!

Bajas la cabeza, suspiras y me miras.

—¿Para qué? Ya da igual.

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Capital del reino
De mentiras llenas
Cuando sople el aire fresco
A ver si se las llevan
Y ahora que todo ha acabado
Que tu vida cae en picado
¿Quién te va a querer ahora?

Debería salir de juerga, pero estoy tan mal que ni de eso tengo ganas. Una pena. Es sencillo, rápido, absurdo: llegar, ligar, follar. Es automático, como mentir. Ya me sale sin pensar. Miento a todo el mundo, hasta a mi madre, quien decía que era el chico más transparente del mundo.

La pena es que mis mentiras no cuelan salvo que quieras creértelas. Por eso Leo no se las traga y está más pesada que nunca, venga a ver si me voy a pegar un tiro ya o lo dejo para mañana. No te preocupes, Leo, ni para suicida valgo.

Uh, no sabe adónde va
Y de momento lo ha dejado todo atrás
Sabe muy bien lo que se siente
Cuando nadie te comprende
Y estás fuera de lugar
Porque su mundo es diferente
Y parece siempre ausente

—Mario, hay un burro volando a punto de evacuar sobre tu cabeza.
—Sí, Molina. Espera, ¿qué?

Molina sacude la cabeza y no dice nada. Mejor, está todo claro, me he vuelto a distraer. No sé qué estaría contando sobre el caso, que yo seguía a lo mío, enfrascado en otros temas de trabajo sin prestar atención.

—Perdona, estaba empanado.
—Últimamente vives empanado. Anda, ¿por qué no te vas a casa? Esto es pan comido y llevas una racha que no haces más que apuntarte a todas las guardias.
—No, Molina, estoy bien.
—Un carallo.
—En serio. ¿Qué me decías antes?

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Porque la misma confusión
Que sientes tú la siento yo
Yo me limito a seguir
La ley de mi corazón

Tú también estás estragado por este caso, ¿verdad? Por este y por todo lo que llevamos tú y yo a rastras. Te entiendo, me imagino lo que estás pasando. Te sientes más perdido que un yanomami en Nueva York. No es que yo esté mejor, pero cuando vi que mi brújula daba vueltas sin parar y la linterna no encendía, las tiré y me puse a vagar. De momento me va bien. Al menos mejor que a ti. Déjame tirar las tuyas.

—Oye, Mario, ¿qué haces luego?
—No sé.
—Pues voy contigo, ¿me llevas por ahí?
—Bueno. Como quieras.

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Prefiero vivir a mi manera, eso no hace daño a nadie
Pero quiero que me entiendan
Déjame vivir a mi manera, necesito que me creas
Necesito confiar en alguien

¿Por qué insistes, Leo? Deja de intentar recuperarme, no puedes hacer nada. Es mejor que me dejes solo, a mi aire. No bailes a mi alrededor, no me sonrías seductora. Ya no sirve. Me gustaría volver atrás, agarrarte de las caderas y seguir tu ritmo, pero no puedo ni sé cómo tú sí. Yo solo veo balas y sangre negra mientras te cubres amoratada en el suelo.

Maté por ti, ¿recuerdas? Maté por ti y luego me dejaste tirado como un perro. Si antes no podías mirarme a la cara, no lo intentes ahora.

Y aun así, me gustaría tanto…

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Dame una corona más para ver si dejo de pensar
En poderes paranormales de heroína de cómic
Y me atrevo a acercarme hasta ti
Soltarte a la cara la verdad
Y dar media vuelta, recoger mi chaqueta
Y salir por la puerta contigo

Nada, que no hay manera. He visto piedras más receptivas. Llevo arrastrándole de juerga semanas porque al menos conmigo delante no se bebe hasta el agua de los floreros, pero es lo único que consigo. Se mantiene sobrio, me ve revolotear a su alrededor, intenta pagarme las copas y me deja en casa sin desearme siquiera las buenas noches.

La verdad, no sé qué hacer. Se me acaban las cartas. Hoy voy que no podría quedarme sola por Montera y ni me mira. Y no puedo volver a decirle lo que siento. Ya no. Temo demasiado su reacción.

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Todo lo que siento
Llueve desde dentro
Aguacero de electricidad
Y al besarte en la mejilla
Yo creí que me moría
Se rompía este pobre corazón

Ya estoy harta. Se acabó estar esperando a ver si el niño mueve ficha. Ataque a gran escala y que me siga. Me echo a sus brazos de sopetón, le agarro por la nuca y le busco para besarle. Al principio se queda inmóvil por la sorpresa y para cuando reacciona, no sé bien si me empuja o me agarra para acercarme. Creo que ni él lo sabe.

Nos separamos y le miro a los ojos. Venga, dime que te ha gustado tanto como a mí. Dime que quieres otro.

—¿Quieres otro?
—¡Sí!
—Vale, un cubata y una Fanta, entonces.

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Fue como un beso de amor
La mordedura en el cuello me quemaba
La condena comenzaba
Por los siglos de los siglos
De la noche a la mañana

Me he dejado llevar. Debería haberla apartado, pero no he sido capaz. Sus labios saben tal como recordaba, me han traído tantos recuerdos. La quiero, siempre la querré. Debería olvidarla, mudarme de planeta y volver a empezar, pero soy un huevón y volvería a buscarla aunque solo fuera para ser borde con ella como lo estoy siendo ahora.

Le doy su copa y me mira como si quisiera tirármela a la cara. Que lo haga, así tendré una excusa para marcharme y no volver a salir con ella. Y para echarla de menos todavía más aunque esté a mi lado.

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Dile a la rabia que se quede en el camino
Entre la niebla y los ruidos de los coches
Junto a las piedras que nos han endurecido
Dile a la rabia que se quede

—…Dirás que no, dirás que es mentira.
—No, tienes razón. Lo siento.
—¡Ya, y una mierda! Seguro que en cuanto me dé media vuelta se te olvidará todo y volverás a comportarte como un gilipollas.
—Rocío…
—No, escucha…

Respira hondo y me busca la mano. No tengo valor para apartársela. Rocío no merece que la trate a patadas como hago. Tengo que comportarme, al menos con ella y con Molina. No tienen la culpa de nada, ojalá pudiera hacer que dejasen de preocuparse por mi culpa.

—Perdóname, Rocío.
—Anda, cállate y ven aquí. Ven y dame un abrazo, idiota.

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Nada que descubra lo que siento
Que este día fue perfecto
Y parezco tan feliz
Nada como que hace mucho tiempo
Que me cuesta sonreír

—¡Felicidades!

Arranca el papel de mi regalo y abre unos ojos enormes

—¡Muchas gracias! Qué bolso más bonito, ¡me encanta!

Qué guapa se pone cuando sonríe. ¿Por qué no me enamoraría de ella? En vez de eso, tuve que escoger a Leo. Ahí, doliéndome, haciendo que la tenga presente cada noche aunque intente evitarlo. Durante el día la tengo literalmente presente, mejor todavía.

Por si fuera poco, me mira. Noto sus ojos de miel hundidos en mi cara aunque finja no notarlo. Lo sabe todo. Sabe que estoy mal, que esta sonrisa pegada en mis labios es de mentira.

~*~*~*~*~

Nunca fui la dulce niña de tus ojos
Ni la mejor barca del mar
Nunca de nadie, dueña de todo
De lo imposible, de lo irreal
La melancolía es un licor bien caro
No te has dado cuenta y ya te ha emborrachado

Cómo te echo de menos, pero esta noche tenías excusa y me he asegurado de que fuera cierta. Salías con tus compañeros mazados de gimnasio, solo chicos. Espero que ninguno te eche el ojo o me dará igual abultar la mitad que él.

Aunque no son los musculitos los que me preocupan. Sé que no tengo un título de propiedad y que probablemente ya hayas hecho de las tuyas, pero si llegase a enterarme de que hay otra u otras…

Las hay, seguro que las hay. Los chicos como tú nacen con novia. Y esa novia ya no soy yo.

~*~*~*~*~

¿Qué esconden las palabras
Que decimos sin pensar?
¿De qué hablan las canciones
Que no paro de escuchar?
Dicen siempre lo mismo
Dicen que mi inocencia se ha perdido
Y ya no hay vuelta atrás

Este tunda-tunda me está destrozando los oídos. Cómo se nota que hoy no llevo el criterio ahogado en alcohol. O quizá es que estoy cascarrabias.

No sé qué pinto aquí, debería marcharme a casa de una vez y dejarme de gilipolleces. Estoy aquí por ella, porque la echo de menos aunque sepa que así debe ser. Pero tenía mala cara hoy. ¿Y si está pachucha? Salgo, saco el móvil y marco su número.

—¿Leo?… No, tranquila. No te he despertado, ¿verdad?… No, solo quería saber qué tal estabas. Y decirte que te quiero.

Y colgar a continuación. Soy gilipollas.

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Perdóname
Por todos mis errores
Por mis mil contradicciones
Por las puertas que crucé

—…y eso, que lo siento y que si hay algo que pueda hacer, para que tú y yo… Si lo hay, dímelo, por favor, porque estando así solo conseguimos hacernos daño.

Ríes entre dientes, no sé qué coño te hace tanta gracia.

—Perdona, es que verte de sensata me descoloca, no me estaba burlando de ti.

Le das un sorbo a tu rooibos con miel, preparado tal y como a ti te gusta, y te pones a cavilar muy seriamente. Te estoy presionando mucho, pero ahora que me has mostrado la puerta abierta, voy a lanzarme a tumba abierta.

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Ha pasado el tiempo y no sé porque te cuento esto
Será que se ha ido la inocencia que llegó conmigo
Si será el dolor de este amanecer
Que me ha helado el alma
Quiero despertar porque no puede ser verdad
Esta mala hora

Algo para volver a estar juntos. La verdad, me parece mentira estar teniendo esta conversación, es como un sueño hecho realidad. Probablemente esté en coma o algo así y por eso se me va la cabeza. Por si acaso, pruebo a acariciarle la mano a Leo. Su tacto me parece tan real que tendré que aceptar que todo esto es cierto.

En fin, hay algo.

—Sí hay algo que puedes hacer.

Leo se inclina hacia mí con interés y sonríe con su sonrisa de niña ilusionada.

—Te escucho.
—Precisamente. Necesito que me escuches y contártelo todo o me volveré loco.

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Las siete y cuarto, el zumo estaba amargo
Igual que las noticias de la radio
Doy dos caladas al último cigarro y ya
Que se rompa la barrera del sonido
Y que no se escuche nada
Porque sobran las palabras que decirnos

Odio los lunes. Odio tomar café solo porque olvidé comprar leche. Odio haberme fumado el último piti. Habré prometido dejarlo, pero lo odio. Por si fuera poco, esta mierda de edificio “inteligente” me tirará una columna de aire caliente encima y me asaré como un pollo.

Ya hemos llegado. Entro y veo que Mario ha madrugado más que yo. Qué sorpresa. Por mucho que ya lo hayamos hablado todo, la adicción al curro no creo que vaya a cambiar. Me sonríe un buenos días mudo, me trae un cafetito como a mí me gusta y se acabaron los malos rollos.

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Tú ya sabes que no es tan difícil tumbarme
Pero una vez en el suelo más bajo no puedo caer
Van pasando los años y me hago más fuerte
Y yo te juro que un día me levantaré

Menudo tembleque llevo encima. No me tengo en pie y no solo por el dolor. Viva el antibalas. Aun así, me queman el pecho y el miedo. Tengo tal susto y tal histeria que solo consigo reírme como un loco cuando me preguntan qué tal.

No solo ha sido el antibalas, sino también Leo. Ha estado muy rápida disparando, me ha salvado la vida y ha gritado mi nombre a pleno pulmón al verme caer. Ahora me da la mano y no sé quién de los dos está más asustado.

—Me pondré bien, tranquila.

Y no hablo solo del tiro.

Presiento que llega la tormenta
Y que lo que nos queda
Será nuestra verdad
Para desafiar a todos los que piensan
Que no será posible
Volvernos a encontrar

Llevas todo el día queriendo decirme algo y no te atreves. Te conozco, tienes la misma cara que cuando se te ocurrió invitarme al ballet. Tú quieres tema. Quieres que termine el plazo de espera, te sientes curado ya. Bienvenido, entonces.

Aunque tendrás que esperarte un poco, toca bronca de Requena. Que si parecemos el Inspector Gadget, que si vaya mierda de detención. Que si te podrías haber muerto. Ya, ya lo sabemos, Requena. Cállate la boca y lárgate. El caso está resuelto, ¿no?

El caso sí, pero nosotros no. No tengas miedo y habla, esta vez te trataré bien.

~*~*~*~*~

Volveremos a vivir como hijos del azar
Cuando el sol nos saludaba cada mañana
Y no importa si el destino
Se halla escrito en nuestras manos
Volverá la suerte a nuestro lado
Volverá la suerte a nuestro lado

No sé qué le pasa a Leo. Desde que me dispararon la noto rara, como nerviosa cada vez que estoy cerca de ella. Espero que no haya cambiado de idea, porque he tomado una decisión. Le propongo un café y me la llevo a un rincón. Alea jacta est.

—¿Qué tal el moratón? ¿Bien?
—Sí, curado.
—Oye, ¿te apetece…
—Estaba pensando que podríamos…

Nos sonreímos. Los dos a la vez y con la misma idea, según parece.

—¿En tu casa o en la mía?
—Sí que vas lanzado. En la mía, para que veas que no cocino tan mal.

~*~*~*~*~

La hiel
Ya hemos probado la hiel
Los caprichos del destino
Y sus juegos retorcidos
Pero el camino se ensancha y ya veo el final
Como el delta de un río que se abre al mar
Esta noche

Pregunta del día: ¿y si… Al menos es sábado, no habría dado una en el trabajo. Normal, Leo y yo tenemos una cita. Va a cocinar para mí. En cuanto cambie de marcha me pellizco.

Parece mentira después de todo lo que hemos pasado. Por eso no me apetece pensar en ello. No esta noche. Todos los semáforos están en verde, ¿querrá decir algo? No solo eso, sino que encuentro sitio en su calle, cuando está científicamente demostrado que es imposible. Con mi ramo de rosas en la mano llamo al portero y respiro hondo. Sé que todo irá bien.

~*~*~*~*~

Mi caballito de mar, mi desequilibrado
Me dejaría matar por una galopada
Mi caballito de mar, mi desequilibrado
Me dejaría matar por ver lo que tú ves

Ding-dong. Llegó mi cita. Rosas rojas, una sonrisa y un besito casto en la mejilla. Muy Mario. Le invito a pasar y le echo un vistazo. Dan ganas de mordisquearle entero ese cuello. No ha descuidado un detalle, está como para sacarme por ahí. Pero esta noche no, esta noche nos quedamos aquí los dos.

—Qué guapa estás, me encanta tu vestido.
—¿Eh? Ah… Gracias. Y… pasa, ponte cómodo. ¿Quieres tomar algo mientras termino en la cocina?

Le llevo algo de picar y le vigilo a través de la puerta entreabierta. En cuanto acabe esto, me voy a babearle encima.

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Como Nicholas Cage en Leaving Las Vegas
No tengo planes más allá de esta cena
Es un misterio hacia dónde la noche nos lleva
Como Nicholas Cage en Leaving Las Vegas
Vamos, mi niño, a perder la cabeza
Como si fuera nuestro último día en la Tierra

Menuda patosa. Todo iba genial, todo sonrisitas, caricias en las manos, ojos de cordero degollado… Pero aquí estoy yo para estropearlo derramando agua por la mesa. Mario me ayuda sin quejarse. Miro mis manos mojadas y se me ocurre algo. ¿Por qué no? Ser un poco cría es divertido.

Le salpico en la cara. Arruga la nariz, suelta un gruñido y se abalanza sobre mí. Me pongo en pie con un salto y un gritito. Echo a correr hacia el dormitorio con Mario pisándome los talones. ¿A que no me pillas? Píllame, vamos. Píllame y pilla. Sé un chico malo.

~*~*~*~*~

Esta noche sonarán los tambores de fiesta
El latido enloquecido del alma de la ciudad
Esta noche nuestras voces remontarán el viento
Contaremos las estrellas para ahuyentar las penas

—Eres malo.

Tu voz y tu cara de niña enfurruñada me hacen reír y poner cara de “sí, lo soy”. Me llamas tonto solo consigues acrecentarla. No eres la única con ganas, pero no era el momento.

—De malo nada. Seguro que lo has hecho todo porque se te ha quemado la cena, para evitarte que la pruebe.
—Serás cabronazo. ¿A que te echo a patadas?
—¿Tú y cuántas más como tú?
—Yo sola, listo.

Me levanto y rodeo la mesa. Me das un empujoncito, pero descubres que no eres tan dura en cuanto te desarmo con un beso.

~*~*~*~*~

Solo quiero jugar, lo único que no nos van a quitar
Solo quiero que juegues conmigo
Solo quiero jugar con todos mis sentidos
Solo quiero jugar contigo

Al fin. Mira que eres puñetero, te has hecho de rogar aunque seguro que estabas deseándolo tanto como yo. ¿Qué me dices de esto, eh? Nada, porque tienes la boca ocupada. Ya sabía yo que nos iba a sobrar chocolate de la fondue y que iba a ser útil.

—Mario.
—¿Hmm?
—Que te quiero. Y que como se te ocurra parar, te reviento.
—Pues…
—¡Mario, que esto es muy serio!

Vale, apruebo que pares, pero solo para cambiar. Hoy estás juguetón, explorándome como si fuera la primera vez que estamos juntos. En parte es así. Pero esta vez funcionará.

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Estrella de mar
Dormir en tus brazos es viajar
A un mundo irreal perdido en el tiempo
Estrella de mar
Sentir el contacto de tu piel
Es amanecer en un mar abierto

Aún es temprano, pero me he desvelado. Estás hecho un cestito, solo que los cestitos no abrazan ni le dicen a una que la quieren con voz pastosa entre vigilia y sueño. Ha sido bonito, no solo por el sexo, sino por lo que ha venido después, por las confesiones y las promesas que sé que esta vez cumpliremos. Me has enseñado tu alma desnuda. Y me has parecido más guapo que nunca antes.

Ladeas la cabeza y ronroneas. Mis neuronas oxidadas hacen ruido al pensar y te han despertado.

—Leo,…
—Shhh… Es pronto, sigue durmiendo.
—Mmm… Te… quiero, Leo.

Y mi carroza es una calabaza (
Jajajaja, eres una yonki de Amaral todo el día enganchada, y lo peor es que me lo pegas, jiji.
Entonces ¿tengo parte de culpa de este fic? Pues si no me beso es porque no me llego, que lo sepas

En fin, al grano. Que me ha encantado. Aunque cada escena me sabía a poco, esa limitación de 100 palabras no me gusta nada, la próxima vez que el límite sean 300 por lo menos
Mi escena favorita son las de Molina y la de la conversación de Roci, y no sé muy bien por qué... y de estos dos juntos... no es porque la estrofa te la sugiriese yo, pero mi favorita es la de Leo salpicando a Mario, ese "Píllame, vamos. Píllame y pilla. Sé un chico malo." me ha 'matao'.
En fin, que ya no sé qué decirte, que me alegro de que mi Mario haya sido un chico malo y un irresponsable y me alegro más aún de que mi Leíto haya sabido esperar hasta llevarse a Mario a la cama, digo el gato al agua

¿Para cuándo dices que es la próxima?

Un besito, genio.

Jooooo... es que ese par me encanta. Mario y Leo también, pero me refiero a Amaral. Además, son tan majetes de no poner trabas a que la gente cuelgue vídeos en Youtube y me empacho. Por si fuera poco, tengo otra excusa para haber hecho un monográfico, una de tipo práctico: es más fácil abrir una página con todas sus letras y tirar millas que ir saltando de autor en autor. Y si lo anterior no te vale, ten en cuenta que de haber cambiado de artista, no habrían sido tantísimas escenas ni mucho menos.

Me alegro de que te haya gustado. Yo aún no tengo una favorita, no me ha dado tiempo a digerirlo todo. De hecho, no me lo he leído reposadamente, ha sido todo así: escribir -> ajustar palabras -> comprobar ortografía -> enviar a Ruth

¿La próxima? Ufffff... paciencia, ahora mismo la musa me mira con cara de odio, dice que la tengo agotada